Una película que está dirigida a cualquier público, pues por ser una realidad social logras conectarte con ella y sentir con ellos la ternura, la búsqueda de la justicia y el valor por lo que se hace.
Esta película la veo como presentación de la
realidad de la educación en la actualidad. De una manera sencilla, ya que Christophe Barratier nos muestra un modelo de educación en la Francia de 1994 en
un periodo de posguerra, más miedo que autoridad, donde el instituto de
supervivencia se agudiza más, tanto en los niños como adultos.
La película estaba conformada por dos
organizaciones principales, los maestros y los estudiantes. Los maestros veían
como la única forma de corregir, el castigo y el maltrato, sin comparaciones.
Sin embargo, el señor Mathieu es diferente, toda la película nos muestra su humildad, el ser un hombre lleno de bondad y además muy listo. La estrategia perfecta para llegarle a los niños fué compartir sus conocimientos musicales y por medio de esta pudo acercarse mucho a ellos y poder ver las cosas de una manera muy diferente. Este maestro mas que música les enseño a sobrevivir de una manera diferente, sin violencia, dejando esperanza y mostrando les que afuera había un mundo y que ellos eran importantes.
Esto es lo que debemos hacer nosotros como
periodistas, ir y hablar por aquellos que no pueden, algo que no conocen, una
voz de esperanza, ponernos en su lugar para poder comprender y saber de qué
hablamos.
Para finalizar quiero destacar, al final de
la película, el cariño con que Pierre y Pepinot recuerdan a su maestro que en realidad fué un “padre” en el
internado, su roca firme en esa etapa de sus vidas, recuerdan a su maestro. "Y
es que un maestro, si ha sido maestro, no ha pasado en vano".
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